sábado, 31 de marzo de 2012

PINK MOON. UN RELATO SOBRE NICK DRAKE: NICK DRAKE. CANCIONES


Nicholas Rodney Drake (1948-1974) murió a la temprana edad de veintiséis años ahogado, a partes iguales, entre sus propios demonios internos y la ignorancia de crítica y público con respecto a su obra. Legó tres álbumes que vendieron una cantidad insignificante de copias y un puñado de canciones dispersas en discos póstumos. Canciones otoñales, vestidas a veces con arreglos orquestales de cuerda y viento, desnudas otras al solo amparo de su guitarra, dibujando paisajes con fabulosas afinaciones y rasgueos. Y esa voz… Trémula, embriagadora, perturbadora, susurrante. De otro mundo.  Casi cuatro décadas después de su desaparición, cruel chanza del destino, su música es un referente de culto para una ingente cantidad de músicos actuales y abrazada por multitud de seguidores en todas partes. Tanto es así que en enero de este mismo año ha sido traducido y publicado en castellano el segundo libro sobre la vida y obra de Drake, “Pink Moon. Un relato sobre Nick Drake: Nick Drake. Canciones”, del danés Gorm Henrik Rasmussen. Hoy me lo han regalado y lo que sigue es sólo un extracto urgente del mismo.

“Pink Moon sale a la venta el 25 de febrero de 1972. Aparte del muy personal anuncio a toda página de David Sandison, el secretario de prensa, en las revistas de música inglesas de gran tirada, que aparece un mes antes, la edición no se publicita precisamente a bombo y platillo. "Melody Maker" es una de las pocas revistas que publica una crítica del disco. En ella, Mark Plummer escribe el día 1 de mayo: “Drake es una persona bastante misteriosa, por lo visto nadie sabe dónde vive, qué hace (aparte de componer canciones) y no hay ni una sola oportunidad de verlo en el escenario para acercarse a sus entrañas… A lo mejor hay que poner sus discos sin sonido, mirar la portada y crear la música en la mente, recitando las letras de dentro de la carátula con las rimas rítmicas de tu corazón. Nick Drake no existe en absoluto”.
 El crítico se acerca a la verdad más de lo que cree en cuanto a lo último. Cuando llega a Far Leys el sobre que contiene el recorte de "Melody Maker", Nick pasa su crisis más profunda. No come, no se cambia de ropa, ni siquiera se toma la molestia de escuchar música. Es una sombra en una habitación oscura. Allí no hay sábado de sol ni domingo de lluvia, el cantante ha metido la guitarra en la funda y ha corrido las cortinas. No sale de casa, pero tampoco quiere quedarse donde está. Ya lleva varias semanas así y ni su hermana Gabrielle ni sus padres pueden convencerle para que lo ingresen de nuevo en el "St. Thomas".
-Decía que odiaba la vida. Que no le veía sentido a seguir. La vida era algo vacío y sin sentido. Cuando hablaba así me preocupaba muchísimo. No sabía qué decirle y, si lo hubiera sabido, apenas me habría escuchado –dice Rodney.
-El período sin tratamiento más largo fue de seis meses –recuerda Molly. “Pienso pasar esto a mi manera”, me dijo una noche cuando estábamos sentados en la cocina. “El problema es que he fracasado en todo lo que he hecho. ¿Cómo puede un médico de Londres compensar una vida de errores?”.
De la sala de música se oyen a veces débiles notas de violines y trompetas. Es uno de los conciertos de Brandemburgo de Bach, que da vueltas en el tocadiscos. Pero Nick ha bajado el volumen, así que la música está al borde del silencio. Cuando acaba el disco deja que la cápsula siga en el surco interior.
Y escucha durante horas seguidas el débil crujir de la aguja.
Y las horas pasan. Y el día da paso a la noche.
En la habitación de la esquina del primer piso, la luz está apagada. Hay una silueta en la oscuridad. Es Nick en la posición del loto en la cama, mirando las paredes pintadas de color crema. Se sienta sin moverse, como un Buda. Sólo una polilla nocturna que revolotea contra el techo consigue interferir por un instante con los círculos de su silencio, con su zumbido monótono y sus alas transparentes. Cuando la ventana redonda que da al jardín se tiñe de rojo, ya se ha metido debajo del cubrecama. Está totalmente vestido, con las piernas plegadas debajo del cuerpo. No responde cuando su madre llama a la puerta.
Un fin de semana visita a John y Sheila Wood en Suffolk, sólo para sentarse en un rincón del jardín observando cómo las dos hijas de los Wood juegan a la pelota en el césped. Cuando Sheila Wood sale con una bandeja con té y galletas ya ha desaparecido, tan de repente como ha aparecido.
Otro fin de semana conduce con su coche hasta la casa de John y Beverly Martyn en Hastings, el pueblo pesquero con torres altas de madera negra, uno de los lugares mágicos de Inglaterra donde unos años antes había compuesto “Northern Sky”. Pasa dos días mirando a través del mar los barcos pesqueros que pasan navegando, rumbo al puerto o al horizonte azul.
Un día Nick dice que quiere ser una persona corriente con un trabajo corriente y le pide ayuda a su padre. A pesar de sus recelos, Rodney logra buscarle un trabajo en una empresa informática que tiene un programa de capacitación en Londres. Nick empieza un lunes por la mañana a las 9. A las cuatro de la tarde el jefe de la empresa busca al nuevo empleado en vano. Luego se entera de que el joven ha desaparecido por la puerta de atrás”.
"Pink Moon. Un relato sobre Nick Drake: Nick Drake. Canciones", de Gorm Henrik Rasmussen, (Contra Ediciones, 2012)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno el fragmento del libro... dan ganas de leerlo todo. Ya me lo pedi. Y la cancion Wich will simplemente excelente!

Travis Clay dijo...

Desde luego, te lo recomiendo. Es una edición ampliada y actualizada de su libro publicado en 1986, obra de un poeta danés. Una prosa exquisita, y un paseo por su vida basado, entre otras fuentes, en entrevistas del autor con los padres de Drake.