viernes, 9 de noviembre de 2012

MAX'S BAR



- "¡El tío Max cierra el bar por primera vez en veinticinco años, y lo cierra para ir al baloncesto!".

Comienza la película. Plano en contrapicado de un enorme edificio.  Un hombre entra en el plano y camina por la calle hacia el interior del mismo. Se introduce en un ascensor con destino al piso número 10, una planta de oficinas. Una vez allí, deambula por los pasillos y entra en una sala vacía. Se dirige hacia una ventana que está abierta, eleva la persiana, se asoma, y mira hacia abajo. Se sube al borde de la misma e inmediatamente se precipita al vacío. Un árbol amortigua su caída antes de estrellarse sobre el techo de un coche. Así transcurren los inquietantes, magníficamente realizados, primeros dos minutos y medio de “Max’s Bar” (1980), nunca olvidados por mí, como el resto de la película, a pesar del transcurso de más de veinticinco años entre la primera o segunda vez en que tuve ocasión de verla, y la siguiente, ocurrida hace unos meses, este año, tras localizarla fortuitamente en una estantería de películas de saldo en un hipermercado.

Partamos de la base de que “Max’s Bar” (“Inside Moves”) es una extraña e irreconocible película en el contexto de la filmografía de su autor, Richard Donner, emplazada inmediatamente después de una superproducción como “Superman” (1978), y anterior a éxitos de taquilla como “Los Goonies” (1985) o “Arma letal” (1987), todas ubicadas estilísticamente en las antípodas de esta cinta con aroma a cine independiente. Está basada en la novela homónima de Todd Walton, y co-guionizada por Valerie Curtin y Barry Levinson, que más tarde se pasaría a la dirección con éxitos multioscarizados como “Rain Man”.

 Roary (John Savage), su protagonista, tras no consumar su intento de suicidio y finalizar su convalecencia en el hospital con evidentes secuelas físicas, se hospeda en un destartalado hotel. Tras instalarse en él, bajar a la Recepción, y preguntar dónde tomar una cerveza, se dirige a la vuelta de la esquina al “Max’s Bar”. Ahí es donde comenzará la nueva vida de Roary, su segunda oportunidad. Allí conocerá a otros clientes discapacitados: un ciego (Stinky), un manco con garfios en las manos (Wings), un impedido en silla de ruedas (Blue Lewis), y a Jerry, el camarero, al que una lesión de rodilla ha evitado una posible carrera como profesional del baloncesto, y al que Roary toma como su mejor amigo, convirtiéndose en su especie de ángel de la guarda. En este marco Donner filma una pequeña película, sobria, en la que caben la amistad, la solidaridad, la superación, la decepción, el miedo, el amor. De forma realista, con la justa contención en el drama. Con una simbólica lección sobre las otras “lesiones” humanas, las no físicas, en una magnífica escena de Roary ante un Jerry recuperado de su lesión, triunfador, temeroso de enfrentarse a antiguos amigos y miedos (“…Jerry, no necesitamos lisiados como tú”). John Savage dibuja un personaje inolvidable, conmovedor, destilando ansias por vivir a cada paso; y Diana Scarwid, nominada aquí al Oscar a mejor actriz secundaria, se muestra especialmente serena en su encantador papel de mujer entre dos hombres. “Max’s Bar”, en definitiva, un clásico en mi recuerdo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Dónde conseguiste verla? Llevo años intentando localizarla y no hay manera (ni subtítulos, ni en español, ni nada de nada)