JONI: Yo había entregado mi corazón a Graham de una forma que no pensaba posible para mí. Él quería casarse conmigo. Yo había dicho que sí. Y entonces empecé a pensar que mi abuela era una poetisa y músico frustrado y que solía pegarle patadas a la puerta de la cocina de la granja. Pensé en mi abuela paterna, que lloró por última vez en su vida a los 14 años porque quería un piano y dijo: “Sécate los ojos, nunca vas a tener un piano”. Yo pensé: “Quizá sea la única con ese gen que debe hacer que esto ocurra por esas dos mujeres”. Aunque amaba y apreciaba a Graham, pensé: “Voy a terminar dándole patadas a las puertas”. O sea que mejor que no lo haga, y me rompió el corazón.
GRAHAM: Me acuerdo de recibir un telegrama de Joan desde Grecia. La última línea decía: “Si aprietas arena en la mano demasiado fuerte se te escapará entre los dedos”. Era la forma de Joan de decirme adiós.
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