DAVID CROSBY: Entré en un café y ella estaba cantando. Me dejó boquiabierto. Me golpeó contra la pared, me quedé allí, paralizado, no podía creer que existiera alguien tan bueno.
Era un poco sobrecogedor ser un cantautor en su presencia porque ella era muy buena. Lo hace de una forma en la que nadie más puede. Su sonido no se parece al de nadie más. La oyes tocar y dices: "Oh, esa es Joni". La llevé por ahí a conocer gente que yo sabía que adoraba su música, a la que le gustaban los cantautores. Y dije: "Escuchad esto". Les liaba un porro, les colocaba, se sentaban, y le pedía a Joni que tocara. Se corrió la voz por todas partes.
Yo produje su primer disco, pero no hice un trabajo muy bueno. Lo único que hice bien fue mantenerlo limpio de casi todo. Que sólo fuera Joni y las canciones.
Creo que entendía la naturaleza humana mejor que la mayoría de la gente. Ella ya había pasado por cosas bastante duras. Los seres humanos adquieren sabiduría cuando pagan lo que deben. Es un poco como que llegas aquí como una roca y te vas dando golpes en los bordes hasta que quedas suave como una piedra de río. Ella estaba empezando a suavizarse.
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