¡Qué sueño tuve!:
ceñido de organdí;
vestido con crinolina de vaporoso borgoña;
más suave que la lluvia.
Vagabundeaba por las calles vacías
y más allá de los escaparates.
Oí campanas de catedrales,
resonando por las callejuelas,
mientras caminaba.
Y cuando corriste hacia mí
tus mejillas se sonrojaron con la noche.
Paseamos por campos escarchados de enebro y luces de farolas,
cogí tu mano.
Y cuando desperté y te sentí tibia y cercana,
besé tu cabello de miel con mis agradecidas lágrimas.
Te quiero, chica.
Te quiero.
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